martes, 8 de diciembre de 2009

Gato

Tarde monótona. El tiempo no pasa, sólo se limita a estar ante mi, a ser como la mesa o como la taza de los lapiceros, a ser estático, pesado, plomizo. El único movimiento es el vaivén de la cola del gato. Él marca los tiempos ahora; él es quien dice el ya, el ya no, ahora, después. Frente a él, todo un mundo esperando cada nuevo coletazo. Y cada coletazo más y más cerca de la taza de los lapiceros. No pasa nada, nada se mueve, nada tiene respiración salvo el gato. El gato y su vaivén. Ahora lo ha tocado, una, dos y otra vez más. Cada nuevo coletazo roza la taza y la va acercando cada vez más al borde de la mesa. Ahora el tiempo ya no sólo lo marca el vaivén del gato, sino también la taza. O mejor, la distancia que la separa de una caída segura. Y eso me produce una cierta sensación de predicción de lo inevitable, de incapacidad y en consecuencia de angustia. Se va a caer. Casi sería capaz de decir cuántos coletazos faltan y entonces habrá un instante de silencio y luego todo habrá terminado para volver a comenzar más tarde. Todavía queda un poco, pero parece que el gato da sus coletazos como si el siguiente fuera el primero, o por tanto, también el último. Le deben quedar dos coletazos, tres a lo sumo. Y el resto del mundo sigue como paralizado ante semejante inacción, ante el siniestro vaivén. Yo no puedo sino esperar a que la taza caiga, pero esa certidumbre, esa absurda espera ante algo seguro me hace sentir cómplice. Me angustia aún más. Casi llevo un minuto sintiendo en mí la destrucción de la taza. Ese oscuro deseo cubierto de pánico que supone la idea de la desintegración, de la descuartización del cuerpo. Estallar en pedazos. ¿Qué me impediría espantar al gato y poner de nuevo la taza a salvo? No. Sé que no lo voy a hacer. La tarde es monótona y eso implica una regla intocable de imperturbabilidad. Soy yo mismo el que me impido salvar la taza. Es quizás ese deseo mío de mantener la angustia de su inminente estallido contra el suelo; deseo mezclado de temor y seguridad. La tarde es monótona pero yo he conseguido una sensación más que personal con una taza, ¿por qué debería renunciar a algo tan intenso? Otro coletazo. Ya no debe quedar sino uno más y entonces todo será un después. Un más tarde de este momento en el que todo está quieto y sólo se mueve la cola del gato en un arco majestuoso que se va acercando a la taza mientras mi dolor va creciendo más y más y más. Paf. 

Puto gato.

1 comentario:

xabi dijo...

Bicarbonato de Soda

Súbita, uma angustia...
Ah, que angústia, que náusea do estômago à alma!
Que amigos que tenho tido!
Que vazias de tudo as cidades que tenho percorrido!
Que esterco metafísico os meus propósitos todos!
Uma angústia,
Uma desconsolação da epiderma da alma,
Um deixar cair os braços ao sol-pôr do esforço...
Renego.
Renego tudo.
Renego mais do que tudo.
Renego a gládio e fim todos os Deuses e a negaçaão deles.
Mas o que é que me falta, que sinto falta-me no estômago deles.
Mas o que é que me falta, que o sinto faltar-me no estômago e na circulaçao do sangue?
Que atordoamento vazio me esfalfa no cérebro?

Devo tomar qualquer coisa ou suicidar-me?
Não: vou existir. Arre! Vou existir.
E-xis-tir...
E--xis--tir...

Meu Deus! Que budismo me esfria no sangue!
Renunciar de portas todas abertas,
Perante a paisagem toda as paisagens,
Sem esperança, em libertade,
Sem nexo,
Acidente de inconseqüência da superfície das coisas,
Monótono mas dorminhoco,
E que brisas quando as portas e as janelas estão todas abertas!
Que verão agradável dos outros!

Dêem-me de beber, que não tenho sede!

Alvaro de Campos (Pessoa)

PD: la violencia de la patada y la incomprension del momento han martilleado tanto como la taza al estrellarse. Toda la tarde.